Los resultados, que corresponden a la etapa de estudio del vínculo entre participante y agente de intervención desde las experiencias y significados de estos actores, mostraron la relevancia de que se genere un vínculo fortalecido entre ambas partes para el éxito de programas sociales, como es el Programa Familias Seguridades y Oportunidades del Ministerio de Desarrollo Social, en el cual se está realizando el trabajo de campo de la investigación.

En el exitoso seminario titulado “Tejiendo Vínculos: Claves para la Intervención Social en Pobreza”, que contó con 500 participantes, nuestras académicas Marianne Daher y Antonia Rosati, junto a las investigadoras María José Campero y Tamara Guarda, y las asistentes Catalina Montero, Manuela Jordán y Constanza Cárdenas, presentaron los primeros resultados de su estudio sobre vínculos para la intervención social en pobreza, el cual están realizando en el marco del Programa Familias Seguridades y Oportunidades del Ministerio de Desarrollo Social, programa gubernamental destinado a familias en extrema pobreza y situación de vulnerabilidad.

Este trabajo de investigación, que está en el primero de tres años de realización, se enmarca dentro del proyecto FONDECYT de Iniciación a la Investigación “Programas sociales de intervención en pobreza: aspectos clave de los vínculos entre participante y agente de intervención, grupal-comunitario y socio-institucional” y el proyecto VRI Inicio UC “Análisis del vínculo entre agente de intervención y participante en programas con componente psicosocial: un estudio de caso”. El objetivo principal es comprender los procesos asociados a la implementación de programas sociales de intervención en pobreza, relativos a los vínculos entre participante y agente de intervención, grupal-comunitario y socio-institucional, desde las experiencias y significados de actores relevantes.

“En el marco de la intervención psicosocial, sabemos por la experiencia práctica y por la revisión de literatura que los vínculos son fundamentales para la implementación de las intervenciones, así como para velar por los efectos de la misma, pero existe poca evidencia empírica respecto al rol que juegan en la intervención. Además, conectando con las demandas de dignidad y humanización del trato, y el desafío de avanzar hacia un Estado más personalizado y cercano, nos parece relevante explorar esta temática”, comentó Daher.

En este seminario en específico, que contó con la presencia de muchos agentes de intervención del programa de todo Chile y que se puede revisar en www.praxiscomunitaria.com, se mostraron los resultados de la primera etapa. Esta corresponde al estudio del vínculo entre participante y agente de intervención desde las experiencias y significados de estos actores, cuyos resultados se basan en el análisis de 10 duplas (10 agentes de intervención y 10 participantes) más una jefa de unidad de intervención familiar de un caso urbano.

Si bien, en las entrevistas se detectaron no sólo vínculos positivos, sino que también vínculos complejos o debilitados, en esta primera etapa las expertas analizaron y definieron un modelo para lo que denominaron como vínculo fortalecido. “El vínculo fortalecido es aquel que se forma entre agente y participante, en el contexto de un programa de acompañamiento psicosocial, y que se establece a través de la articulación de tres dimensiones (técnica, interaccional, afectiva) y que se caracteriza por su naturaleza procesual, desarrollándose en cuatro etapas: el establecimiento de una relación, la construcción, consolidación, y atenuación progresiva del vínculo”, señaló Daher.

Sobre el aporte que significa esta investigación, el Jefe del Programa Familias Seguridades y Oportunidades de FOSIS, José Cisternas, sostuvo que “para nosotros siempre es importante que exista este seminario 300x197puente entre la academia y la política pública, porque eso nos permite remirar los diseños y mejorar las implementaciones. También agradecer este espacio de conversación, porque nos siempre se hacen estudios y después se conversan y eso permite que podamos analizar los resultados y ponerlos en circuito de reflexión, de análisis y de mejora”.

Asimismo, Jaime Alfaro, académico del Universidad del Desarrollo, quien fue invitado a comentar los resultados de la investigación, destacó la importancia de estudiar y relevar los vínculos. “Resaltar el vínculo como un gatillante del cambio, ponerlo como casi en paralelo a la intervención, muy entrelazados, me parece muy interesante, (…) ustedes lo describen, lo analizan, lo modelizan, por lo tanto, nos ponen un recurso, una herramienta muy potente para mirar el proceso y promover el cambio”, señaló.

Por su parte, Víctor Martínez, académico de la Universidad de Chile, quien ha estado vinculado al Programa Familias desde sus inicios, y quien también fue invitado a comentar el estudio, señaló que “aprecio esta investigación porque de alguna manera ese saber profesional (de los agentes de intervención) ustedes lo han recogido, sistematizado y modelizado y eso para mí tiene un valor muy grande, un aporte fundamental”.

Dimensiones y etapas del vínculo

Parte importante del trabajo que realizó el equipo fue elaborar un modelo para entender cómo se articula el vínculo entre participante y agente de intervención, definiendo tres dimensiones: técnica, interaccional, afectiva. Y junto con ello, cuatro etapas: de establecimiento de la relación, de construcción, de consolidación, y de atenuación progresiva del vínculo. “De manera general, lo que nosotras vimos es que este proceso de construcción del vínculo se mueve de una relación administrativa a una que es más bien técnico afectiva, que es donde entendemos se construye este vínculo fortalecido, producto del entrelazamiento de estas dimensiones que, pese a que se pueden distinguir, están íntimamente relacionadas unas con otras”, indicó la investigadora María José Campero.

seminario 7 1 300x201Entre lo que las expertas pudieron constatar se destaca que: el vínculo más constante y estrecho es el que se forma con las jefas de hogar, que al ser un programa voluntario el vínculo es fundamental para el sostenimiento de la intervención, que el proceso de vinculación tiene una correspondencia cercana a las bases de intervención delimitadas en la metodología del programa, y que cuando se les preguntaba por el vínculo a participantes y agentes de intervención la mayoría lo tomaba desde las dimensiones afectiva e interaccional, destacando sus experiencias de cercanía, pero que es igualmente importante la dimensión técnica.

En cuento a las etapas Campero señaló que en la primera, de establecimiento de la relación, todavía no está en juego la dimensión afectiva, y que lo que prima es lo interaccional y lo técnico. Ya en una segunda etapa, denominada de construcción, se densifica lo técnico y empieza a aparecer lo afectivo. Luego viene la tercera etapa de consolidación del vínculo, donde la dimensión afectiva toma énfasis. “Aquí aparece el fenómeno que hemos denominado de la amistad, donde hay una contención, un cariño mutuo. Aquí es donde los y las agentes tienen claro que esto no implica amistad, pero vemos que en las participantes eso es más confuso”, sostuvo la experta. Y una cuarta y última etapa de atenuación progresiva del vínculo, que tiene que ver con el cierre de la intervención, evaluación y seguimiento.

“Nos dimos cuenta, como dos grandes conclusiones, que el vínculo es el soporte de la intervención, que favorece que las participantes tengan mayor motivación para avanzar en el programa y que, por otro lado, un buen vínculo ayuda también a que los y las agentes de intervención estén más motivados, teniendo mayor dedicación y agrado hacia su trabajo. En este sentido, un vínculo que está fortalecido, que se cultiva, favorece los logros y resultados del programa, no los asegura, pero si parece ser una condición necesaria”, indicó Campero.

Un contexto complejo

Además de ser una investigación en el marco de un programa gubernamental de intervención en pobreza y vulnerabilidad, las investigadoras resaltan que hay que considerar el contexto de crisis social y sanitaria en el que se está estudiando.

Respecto a la crisis social, constataron que el mayor cambio ha sido a nivel operativo, pero que no ha interferido mayormente en el contenido y la calidad del vínculo, que en algunos casos incluso se ha fortalecido.

seminario 3 300x204“Debemos reconocer y dar cuenta de que este estudio, acerca del vínculo en el Programa Familias, se realizó en un contexto de crisis social y sanitario. Pudimos constatar una y otra vez en las entrevistas que realizamos la enorme contribución que hacen los y las agentes de intervención al bienestar de las participantes a través de este vínculo, por lo tanto, ofrecemos esta presentación como un reconocimiento a su importantísima laboral”, resaltó Daher.

En cuanto a los aspectos complejos que este contexto ha implicado, las expertas señalaron que según lo reportado, las participantes del programa han experimentado mayor sobrecarga de labores domésticas y de cuidado, una agudización de la violencia intrafamiliar, contagios por COVID-19, problemas de salud mental, pérdidas de trabajo, baja en los ingresos y dificultad para lograr metas laborales. Pero, por otro lado, también se constató una gran capacidad de reinventarse.

Y que para los y las agentes de intervención “la pandemia ha generado problemas económicos, laborales, familiares, donde para muchos es difícil compatibilizarlo personal con lo laboral. También se habla de una sobrecarga laboral en pandemia (…) en cuanto a espacios de trabajo, con la crisis se menciona que se han perdido algunos espacios de análisis de casos en conjunto y una la falta de espacios de encuentro y cuidado como equipo, para la descompresión laboral”, comentó Antonia Rosati.

En tanto, desde los aspectos positivos que ha implicado este contexto complejo, la experta destaca que se ha logrado llevar a cabo el trabajo de intervención y conseguir muchas metas de las participantes, que estas en general tienen más disponibilidad para las sesiones, se puede trabajar con más familias en menos tiempo, se mantiene una comunicación más constante y contacto más estrecho, y también que se reporta una mayor simetría y empatía por estar tanto los y las agentes como las participantes viviendo una situación compleja en pandemia.

Recomendaciones para el programa

A partir de los resultados comentados, Tamara Guarda, parte del equipo de investigadoras, presentó al finalizar el seminario ciertas recomendaciones para el programa.

Entre las principales recomendaciones que se señalaron están: que el programa pudiese contar con información sobre cómo es el vínculo que se establece con las participantes; que ante el cambio de agente, se haga una sesión de traspaso entre la participante y los agentes; preguntar a las participantes si están cómodas con el trabajo del agente y qué cosas creen que se podrían mejorar; que el agente pueda reflexionar y tomar conciencia sobre si le ha afectado de alguna manera el vínculo en lo personal; que hayan mayores instancias para que los agentes puedan conversar los casos con otros colegas y así integrar distintas visiones entre distintas disciplinas; que existan mayores recursos para apoyar a las familias; que las familias que pertenecen al programa tengan mayor prioridad en el acceso a servicios; que en cuento a transferencias monetarias se puedan revisar los requisitos; y visibilizar el estrés laboral que poseen los y las agentes, así como contar con instancias de cuidado institucional.

Texto: Gina Norambuena M. Comunicaciones Escuela de Psicología UC.