Frente a las dificultades en la convivencia escolar que se han visto en el regreso a clases presenciales, este lunes el Ministerio de Educación presentó una Estrategia de Bienestar y Convivencia para el Sistema Escolar. La propuesta, que contiene un conjunto de medidas a corto y mediano plazo, considera la creación de un Consejo Asesor para la Convivencia Escolar y la No Violencia. 13 expertos/as en salud mental, bienestar y convivencia, entre los que se encuentra el Subdirector de Investigación y Postgrado de la Escuela de Psicología UC .
No solo el retorno a la presencialidad marcó el regreso a clases este 2022. Numerosos hechos de violencia y abuso escolar generan preocupación en las comunidades escolares. De acuerdo a la Superintendencia de Educación, las denuncias de maltrato físico y psicológico entre estudiantes aumentaron un 22% en lo que va del año. Por ello, este lunes el Ministerio de Educación lanzó una nueva Estrategia de Bienestar y Convivencia para el Sistema Escolar.
Se trata de un conjunto de medidas que buscan, en el corto y mediano plazo, aportar al cuidado y el reencuentro de las familias, niños, niñas y adolescentes, en el regreso a clases. La estrategia considera la entrega de recursos pedagógicos para apoyar a las comunidades educativas, acciones de intervención directa para apoyar a los establecimientos educacionales que tengan casos críticos, además de la creación de un Consejo Asesor para la Convivencia y la No Violencia. Organismo conformado por 13 expertos/as en salud mental, bienestar y convivencia, entre los que se encuentra la directora ejecutiva del programa Valoras UC, Isidora Mena, y el subdirector de Investigación y Postgrado de la Escuela de Psicología UC, Christian Berger.
“No resolveremos nada si incorporamos solo elementos sancionatorios o si nos fijamos únicamente en aquello que dicen los distintos protocolos”, señaló el secretario de Estado tras presidir la primera sesión del Consejo este lunes. “Es fundamental entender el problema de la convivencia escolar y la salud mental de manera educativa”, afirmó.
Un cambio de mirada
Generar estrategias que permitan abordar intersectorialmente las situaciones de violencia escolar más críticas y recoger las complejidades que han debido enfrentar las distintas comunidades educativas en este retorno a la presencialidad, es parte del desafío que debe enfrentar el nuevo Consejo Asesor para la Convivencia Escolar.
Para el académico de nuestra Escuela, los dos años de no presencialidad son un factor que pesa bastante en los hechos que se han tomado la agenda noticiosa estas últimas semanas, ya que es un período en que no se practicaron ni ejercitaron habilidades para resolver conflictos, para conversar, para negociar. “Este regreso implica volver a juntarse con otros. Volver a tener peleas, a tener conflictos, y parece que ya no estamos acostumbrados a ello. Entonces, más que hablar de violencia, creo que hay que hablar de una desregulación. De una falta de práctica y desarrollo de ciertas habilidades. Ahora, si bien efectivamente la no presencialidad pesa mucho, no debemos olvidar que Chile viene de un proceso político complejo, que nuevamente vuelve a ser parte de la agenda pública.
– Muchos expertos/as han alertado que en este regreso a las salas de clases el foco estuvo en tratar de recuperar el tiempo perdido,desde el punto de vista de los contenidos académicos, sin hacerse cargo de las necesidades socioemocionales de los estudiantes tras dos años de pandemia. ¿Compartes ese diagnóstico?
Comparto el diagnóstico, pero le quitaría la responsabilidad a los colegios. Creo que durante la pandemia efectivamente hubo una priorización curricular que significó sacar un montón de contenidos para focalizarse en lo central, que era básicamente mantener a los estudiantes conectados. Pero también creo que tiene que ver con un supuesto que aún no hemos cuestionado. Esto de volver a la “normalidad”… Más que pensar que no hubo una atención a estas necesidades, creo que se pensó que no iba a ser necesario, porque las condiciones de normalidad harían que todo volviera a la normalidad. Claramente ahí hay un vacío del cual tenemos que hacernos cargo. Sí bien comparto que es necesario volver a priorizar y no dejar de lado los contenidos, necesitamos un mayor equilibrio en los espacios que estamos brindando.
– En ese sentido, ¿hubo improvisación en este regreso a clases?
Nadie estaba preparado para lo que pasó, ni cómo se debía volver. Yo no juzgaría a las autoridades. Creo que se focalizaron en lo que parecía urgente y eso muchas veces invisibiliza lo que puede ser importante también. Las condiciones de salud y lo sanitario parecían ser la prioridad, pero claro… el escenario es complejo y la verdad es que no teníamos experiencias para sacar lecciones al respecto. Por eso era muy difícil planificar.
Lo que creo importante ahora es que estemos abiertos a mirar lo que está pasando y que seamos flexibles. La posibilidad de ir evaluando e ir reorientando continuamente es uno de los aprendizajes que podemos sacar de esta pandemia. Y eso es algo que tenemos que empezar a aplicar en los colegios también.
Definiciones claras para intervenir
Otro de los aspectos que deberían tomarse a consideración, a juicio del doctor en Psicología Educacional de la Universidad de Illinois, es el conceptualizar, de manera adecuada, el problema al que nos enfrentamos. Diversos estudios muestran que antes de la pandemia los conflictos que han aumentado este último tiempo iban disminuyendo sistemáticamente. Sin embargo, el foco estaba puesto en la violencia y la sensación era de que que el problema iba en crecimiento.
– Entonces, ¿cuál es el enfoque que deberíamos tener?
Creo que el enfoque que debemos tener es un enfoque formativo. ¿Qué quiero decir con esto? Más que sacar la violencia de los colegios hay que cambiar las maneras en que se relacionan los estudiantes para que la violencia no tenga espacio. Si seguimos con una mirada punitiva, el foco estará puesto en la violencia, sin ofrecer mayores alternativas de solución. Debemos propiciar una convivencia distinta, donde los propios actores no le den espacio a la violencia.
Lo segundo es ocupar bien las definiciones conceptuales. Violencia no es lo mismo que abuso, no es lo mismo que conflicto, no es lo mismo que desregulación. Cuando metemos todo en un mismo saco es muy difícil trabajarlo. La desregulación se trabaja con estructura y formación socioemocional. Los conflictos se trabajan con negociación y conversación. El abuso se trabaja con sanciones y contención. Y la violencia, dependiendo de cómo se defina, se trabaja con otras estrategias de convivencia. En la medida en que tengamos claridad conceptual podremos intervenir.
Asimismo, es importante tener una mirada sistémica del problema, donde el foco no esté puesto en los niños que ejercen violencia. Pensar que el problema es de dos niños, adolescentes, que se relacionan a través de los golpes, siendo que la cultura resuelve los conflictos a través de la violencia, es ser ciego. Más que pensar que el problema son los niños, tenemos que pensar que el problema está en la estructura que permite que ese tipo de relaciones se desarrollen. Los niños son el recipiente, el receptáculo de lo que les ofrecemos como sociedad.
– En esta Estrategia de Bienestar y Convivencia para el Sistema Escolar, presentada por el Mineduc, se plantean un conjunto de medidas a corto y mediano plazo. ¿Cuáles deberían ser las medidas más urgentes a considerar?
En este regreso a la “normalidad” tenemos que tener un espacio de encuentro, de conversación y de participación. De volver a regularnos en lo que implica la convivencia. Esto se traduce en espacios curriculares, talleres, trabajo con la comunidad escolar (profesores, estudiantes, asistentes, familias), etc. Eso es urgente.
En segundo lugar debemos priorizar dónde vamos a poner los énfasis. ¿Queremos volver con todos los contenidos y todas las evaluaciones o queremos ser más flexibles y que los colegios no tengan que cumplir de manera tan esquemática con esa agenda?
Lo tercero es el apoyo a los docentes. No es que necesiten más capacitaciones, necesitan más apoyo. Los docentes están extremadamente demandados y con la sensación de no tener herramientas. Creo que necesitamos una estrategia que permita apoyar la labor docente.
Por último, considero urgente generar un trabajo articulado con las familias. Que las propuestas de trabajo con los estudiantes vayan alineadas con el trabajo que se haga con las familias, a través de reuniones de apoderados, talleres de padres, etc.
Después, a mediano plazo, creo que tenemos que ver cómo integramos la dimensión socioemocional en la educación. Y eso, por supuesto, tiene millones de aristas.
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Texto: Andrea Paz Fuentes Uribe, periodista Escuela de Psicología UC
Fotos: Mineduc y César Cortés Dellepiane
Fecha: 05-04-2022