El proyecto, liderado por nuestro académico David Preiss y realizado junto a la Universidad de la Frontera, exploró las diferencias en habilidades transversales y bienestar psicológico entre estudiantes de primera generación y generación continua en la universidad.

Los resultados del proyecto FONIDE “Evaluación de brechas entre estudiantes de primera y segunda generación en capital digital, creatividad y bienestar psicológico” fueron entregados por su investigador principal, David Preiss, académico de nuestra Escuela de Psicología, quien desarrolló la investigación junto a un equipo de docentes de la Universidad de la Frontera conformado por Enrique Hinostroza, Carolina Matamala, Christian Labbé y Benjamín Carmona.

El estudio, que contó con la participación de 425 estudiantes de ambas instituciones y se desarrolló entre 2020 y 2022, arrojó entre sus principales resultados que existen diferencias significativas en las dimensiones de capital digital y bienestar psicológico, más no en creatividad, entre estudiantes que son los primeros de sus familias en ingresar a la universidad (primera generación) y quienes vienen de familias con estudios superiores (generación continua).

“Si bien hay conciencia de las diferencias que existen entre ambos grupos de estudiantes hay menos conocimiento en habilidades transversales y salud mental (…) Encontramos, por ejemplo, que los estudiantes de generación continua tienen mayores capacidades que sus pares de primera generación en las dimensiones de producción y colaboración digital. También que los estudiantes de generaciones continuas reportaban más bienestar que sus pares, lo que es explicable por la situación de mayor vulnerabilidad socio-económica de los estudiantes de primera generación”, comentó David Preiss, quien también es miembro del consejo de salud estudiantil de la Universidad, donde también participa nuestra profesora Dariela Sharim.

El estudio también encontró que las mujeres de la muestra tenían respecto de los hombres un mayor nivel de pensamiento divergente, mayores competencias digitales, mas un menor nivel de autorregulación emocional, diferencia que desaparece si se toma en consideración la medida de atención plena.

Otra variable que se midió en la investigación fue si habían diferencias entre estudiantes en una fase inicial de estudios universitarios y aquellos que están en etapas más avanzadas, encontrando que hay un mayor desarrollo de la creatividad verbal en estudiantes de cuarto año en comparación a los de primero. No se hallaron diferencias en autorregulación emocional ni en bienestar psicológico.

En cuento a capital digital el estudio evaluó la capacidad de seleccionar y evaluar información en internet, elaborar productos digitales y colaborar en ambientes digitales. Los resultados mostraron que hay una serie de brechas según generación a la que se pertenece, según años de estudio y según género.

“Respecto a la generación los resultados demostraron que estudiantes de generación continua tienen mayores habilidades para elaborar productos digitales y para colaborar en ambientes digitales. Por su parte, los estudiantes de cuarto año tienen mayores habilidades que los estudiantes que cursan primer año para buscar información en internet y para colaborar en ambientes digitales”, comentó Carolina Matamala, académica del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de la Frontera.

Recomendaciones para la formulación de políticas públicas

En base a los resultados, Preiss menciona en el informe siete recomendaciones para la generación de políticas públicas: desarrollar iniciativas que releven la importancia de las brechas de capital digital en el ingreso a la universidad; fomentar el desarrollo de las habilidades digitales en estrategias de nivelación temprana; promover la capacidad de producción de productos digitales; desarrollar políticas que valoren y fomenten la innovación; incluir iniciativas que gatillen procesos creativos tanto a nivel general como específico de las carreras; desarrollar iniciativas de medición y promoción de la creatividad y considerar su uso en pruebas de admisión universitaria; y promover el desarrollo de iniciativas de medición del bienestar estudiantil.

“Asociar estas mediciones a iniciativas integradas de promoción de la salud mental estudiantil es completamente necesario, especialmente después de los estragos causados por la pandemia por COVID-19. Especial atención debe darse a los estudiantes de primera generación”, se señala en el informe.

Respecto a una posible continuidad y profundización del estudio, Preiss menciona que está interesado en “seguir estudiando la relación entre estas disposiciones atencionales -divagación mental, atención plena- con otras medidas de creatividad y salud mental, tanto en estudiantes universitarios como también en estudiantes escolares, ya que me parece que cumplen un rol importante en su desarrollo y promoción, y se trata de disposiciones que pueden ser moduladas y trabajadas por medio de la metacognición”.

Texto: Gina Norambuena Martínez. Comunicaciones Escuela de Psicología UC.

Fecha: 20 de octubre de 2022.