Dada la oportunidad de establecer en el país un nuevo marco constitucional que recoja participativamente el sentir ciudadano, la Facultad de Ciencias Sociales desarrolló el pasado miércoles 27 de noviembre el conversatorio «A propósito de octubre 2019: nueva constitución, plebiscito, convención mixta, convención constituyente». La actividad, que contó con la participación como expositores de Paula Ahumada, Tomás Jordán y Gabriel Negretto -académicos y abogados constitucionalistas- reunió a más de 150 personas en el Aula Magna del Campus San Joaquín. Se trata de la primera de una serie de actividades que desarrollará la Facultad para contribuir a la discusión y el debate de temas centrales en el complejo escenario nacional actual post 18/10.
Transcurridos más de 40 días del estallido social, y a poco más de dos semanas en que partidos del oficialismo y de la oposición firmaran el histórico “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”, la Facultad de Ciencias Sociales -Escuela de Psicología, Instituto de Sociología, Escuela de Trabajo Social y Escuela de Antropología- desarrolló el Conversatorio «A propósito de octubre 2019: nueva constitución, plebiscito, convención mixta, convención constituyente». Se trata de la primera de una serie de acciones que desarrollará la Facultad, con el fin de discutir acerca del complejo escenario social que vive el país, y así aportar al debate generando espacios de diálogo, reflexión, e intercambio de ideas.
“Esto es una manifestación del optimismo con el que enfrentamos la crisis. La necesidad de comprenderla y de buscar caminos de solución. A pesar de los riesgos que enfrentamos, para la democracia, la cohesión social y el orden institucional del país, creo que todo esto es para mejor y que tendremos un mejor país. Por eso, sin olvidar los riesgos que enfrentamos, esta es una ocasión para para mirar el futuro con optimismo e inteligencia. Que pensemos qué es lo que podemos aportar en una crisis como esta”, dijo Eduardo Valenzuela, Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UC, ante más de 150 miembros de la Universidad, estudiantes, académicos y académicas, profesionales y administrativos.
Durante la jornada, desarrollada en el Aula Magna del Campus San Joaquín, Paula Ahumada, abogada y académica de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y de la Universidad Central; Tomás Jordán, abogado y académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado; y Gabriel Negretto, abogado y académico del Instituto de Ciencia Política de la Universidad Católica hicieron un análisis histórico y entregaron su visión respecto a ciertos puntos que han levantado polémica en torno a la discusión constitucional. “Hace ya 41 días que Chile es escenario de un estallido social histórico, con más de 200 manifestaciones sociales en ciudades, calles, plazas, y campus universitarios. El país se está manifestando por legítimas demandas sociales, pero no sin costos. Uno de los más dolorosos, que ya conocemos por nuestra triste historia pasada, es el de la violencia. El viernes 15 de noviembre se firmó un acuerdo político que abre posibilidades de discusión y diálogo orientadas a un nuevo pacto social, en el que la Constitución juega un rol fundamental. Por eso quisimos hacer un aporte en este diálogo y abrir nuestro campus y nuestra Facultad, para pensar y discutir sobre este nuevo desafío que tenemos como sociedad”, dijo Marcela Cornejo, Directora de la Escuela de Psicología UC, quien estuvo a cargo de la organización del evento.
Legitimidad de la Constitución
De acuerdo a Paula Ahumada, la Constitución de 1980 ha sido criticada por el contexto histórico que dio lugar a ella. “Una ilegitimidad de origen, que por circunstancias políticas, se optó por tratar de hacer propia (la Constitución) a través del ejercicio. Con una serie de reformas que empezaron a desarrollarse a partir del año 89”.
¿Por qué la Constitución actual es vista como un fracaso por la gran mayoría de la población que se ha volcado a las calles durante las últimas semanas? A juicio de la académica, Doctora en Derecho de la Universidad de Chile, esto no solo tiene que ver con un problema de orden procedimental, también es de carácter sustantivo. “Porque constitucionaliza un determinado orden económico instituido en Dictadura (…) La Constitución no solo establece un orden jurídico, establece un orden social y económico determinado. Al principio, las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos, luego viene la familia como núcleo fundamental de la sociedad. Tercero, los órganos intermedios bajo los cuales el Estado dice vamos a asegurar la autonomía para que estos órganos funcionen, para que la sociedad pueda organizarse por sí misma y no tenga que depender del paternalismo estatal. Pero, en definitiva, lo que hace es habilitar o potenciar la actividad económica, y potenciarla a través del capítulo tercero, que establece la libre actividad económica”.
Falta de legitimidad que Tomás Jordán denomina como la ausencia de un compromiso constitucional. “Es decir, esa voluntad que tenemos los miembros del pueblo de Chile de adherir a la Constitución Política (…) Estos últimos 39 años hemos estado en presencia de un espacio en que no hay voluntad de adherir a un texto. Porque ese texto no nos representa. Y como no nos representa, no nos sentimos obligados a él. Las Constituciones bien constituidas generan el efecto inverso. Aunque no diga todo lo que nosotros queremos, hay un sentido de obligación por esa identificación”, dijo el Magíster en Derecho Público, con mención en Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona. Jordán también destacó que la posibilidad que surge hoy es que el cambio constitucional sea dentro de un régimen democrático: “No es un big bang constitucional. Es más bien una eclosión, en el que la sociedad desde adentro expresa su disconformidad y exige un cambio”.
Luego de hacer un análisis histórico, Tomás Jordán, quien fuera Coordinador del Proceso Constituyente desarrollado en el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, afirmó que esto es muy relevante porque tradicionalmente las constituciones en nuestro país no han nacido en democracia. “Entonces, cuando se habla de que Chile podría tener por primera vez una constitución democrática, tiene que ver con que el sostén de la Constitución está ligado a la idea de soberanía popular. Eso es lo que está sosteniendo el fondo de este proceso. Y, si todo resulta bien, y sin olvidar las graves violaciones a los derechos humanos que han ocurrido, podríamos decir que esta Constitución puede ser hija de un movimiento multitudinario de la ciudadanía”.
En ese sentido, para el académico las constituciones pueden ser consideradas como tales, solo si cumplen dos requisitos fundamentales, “que a mi juicio son indispensables e inseparables. Uno, es que deben existir acuerdos políticos lo más amplio posibles. Segundo, tiene que haber legitimidad social. Si se carece de alguno de estos elementos, no vamos a tener Constitución (…) Si no intervienen los actores políticos institucionales, no habrá nueva Constitución. Y si esas decisiones de esos actores políticos institucionales no son apoyadas por la ciudadanía, en un sentido sencillo de definir legitimidad, no habrá nueva Constitución. Ese es el desafío que tenemos”.
Por su parte, Gabriel Negretto, profesor del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de nuestra Universidad, dijo que los chilenos merecen una nueva Constitución por muchas razones. “Algunas de ellas simbólicas, que tienen que ver con tener en democracia una Constitución sancionada en Dictadura. Y otras que se relacionan con el contenido. Con la ausencia de derechos sociales, de mecanismos de participación popular, de decisión más mayoritarios, que destraben el proceso de elaboración de políticas públicas. La falta de principios regulatorios, aunque sea a nivel general, para orientar a los tribunales cuando surjan conflictos con prestadores privados de servicios públicos. Me refiero a salud, al sistema de pensiones, al acceso al agua, y a un montón de otros problemas en los que la Constitución no ofrece una respuesta concreta y específica”.
Puntos en discusión
Dentro de las tensiones que han marcado la discusión, también se encuentra la manera en que se integrará la Convención que dará forma a la nueva Carta Magna. Si debe ser mixta, es decir, integrada tanto por parlamentarios como por delegados electos, o si debe estar compuesta solo por miembros elegidos. A esto se suma si se tratará de una Convención Regulada o una Convención Intervenida, y todo lo que respecta a la participación pública incidente. “Entonces, no es solo elegir una fórmula. La idea de participación pública incidente me parece que es clave para avanzar en el texto de una nueva constitución. Me parece que la discusión sobre cómo la participación pública incidente nutre a nuestros delegados constituyentes debe estar dada antes y durante. Y esto no es menor, porque en general, la teoría del mandato de nuestros representantes, ya sea de partidos o no, es que son libres para tomar decisiones. Pero, cuando estamos visualizando un modelo en que la participación incide en la representación, estamos fijando ciertos contornos, que como ciudadanos y ciudadanas queremos que tomen en consideración al momento de tomar una decisión constitucional. Esa es la participación pública incidente”, explicó Tomás Jordán.
Otro punto que se abordó, y que también ha causado polémica, es que algunos sectores han planteado que el acuerdo político otorgaría control a los partidos, anularía los movimientos sociales, y pretendería apoderarse de la institucionalidad existente. Una posición que Gabriel Negretto no dudó en calificar como errónea en lo conceptual y falsa en lo histórico. “No cabe duda que los movimientos sociales y la ciudadanía tienen que tener representación en el proceso. Pero en un contexto democrático, esto llama a complementar, no a sustituir las vías legales ya establecidas para la expresión de la voluntad popular. Afirmaciones tales como ‘la democracia es el pueblo no las instituciones’, o ‘el poder constituyente se expresa a través de un órgano que se autorregula y no puede estar sujeto a norma alguna anterior, a mi juicio son evocaciones radicales´, revolucionarias, ficticias, abstractas, que no responden a los procesos constituyentes en el mundo, ni mucho menos a aquellos que se han iniciado en contextos democráticos”.
Asimismo, para el abogado Negretto la regla de los dos tercios dice menos de lo que la gente y los políticos mismos han planteado. “No va a ser posible quitarle la facultad a la convención que se va a elegir, el que tener que decidir su reglamento, reinterpretar reglas que se les estableció vía constitucional o vía una ley de convocatoria, o decidir normas específicas para su funcionamiento. Y quisiera poner esto con el ejemplo de la regla de los dos tercios y la hoja en blanco (…) La hoja en blanco creo que fue una invención, una salida política, quizás para responder una pregunta periodística. A partir de ahí se han empezado a decir una serie de cosas que para mí tienen muy poco sentido. Por ejemplo, que todo lo que no se acuerde quedará fuera de la Constitución, y que entonces debe resolverse por vía de legislación ordinaria o por interpretación judicial. Eso puede ocurrir con respecto a ciertos temas, pero hay muchos otros que forzosamente tienen que estar en la Constitución. No puede quedar fuera, ni resolverse por vía de legislación ordinaria, ni por vía de interpretación judicial, el procedimiento para la elaboración del presupuesto, el nombramiento del Tribunal Constitucional, el sistema de control de constitucionalidad de las leyes, por mencionar algunos. Entonces, para temas que tienen que quedar dentro de la Constitución, la idea de la hoja en blanco confunde. Hay que pensar en mecanismos alternativos de desbloqueo”.
Expectativas a futuro
El hecho de que la ciudadanía tenga grandes expectativas en relación a la nueva Constitución, también fue un aspecto que tocaron los expositores, quienes coincidieron en que hoy es necesario ser cautelosos. “El crear una nueva Constitución, el pensar las bases fundamentales de nuestro Estado, es un proyecto de mediano plazo. Las demandas sociales y económicas son demandas concretas, que requieren un programa paralelo. Son procesos diferentes que, si bien tienen un correlato, no dan respuestas a las demandas precisas que existen en materia de educación, de pensiones, de salud, o de vivienda”, dijo Paula Ahumada.
Una opinión similar fue la del profesor Negretto: “La creación de una nueva Constitución responde a las demandas sociales en el sentido de que es el marco legal superior de una comunidad política y de una democracia, en la que aparecen los principios rectores del modelo. Entonces responde, pero de una manera muy general, de una manera rectora. La Constitución no entrega una respuesta concreta y particular a las demandas. Es más bien el marco legal y político que consagra los principios, que luego quedan plasmados en leyes comunes, en leyes ordinarias, en reglamentos administrativos, en decretos, etc. Cómo la Constitución va a fortalecer esos cambios, es posible que los conflictos se resuelvan en un sentido nuevo. En favor de otros principios, que hoy no están en la Constitución. Pero no es una respuesta directa y concreta”.
Finalmente, los académicos que participaron de la iniciativa destacaron la importancia de generar espacios que permitan el intercambio de ideas y la entrega de información más clara respecto al proceso que se viene. “A mí me parece muy positivo que se realicen este tipo de actividades. Creo que la Universidad cumple un rol fundamental para la difusión del conocimiento. Es importante trascender el aula y llegar a la ciudadanía”, dijo Paula Ahumada. Palabras que fueron compartidas por su colega Gabriel Negretto, “Este es un momento donde la información fluye de manera muy segmentada, así que creo que estos eventos son cruciales. A veces se utilizan nociones que confunden a la opinión pública. Decir que la convención constitucional electa en su totalidad, o la convención mixta, en realidad no responden a lo que siempre se demandó, como es la Asamblea Constituyente, considero que eso es falso. Ambas figuras, tal como han quedado, son formas de Asamblea Constituyente. Tampoco es cierto que la regla de los dos tercios para aprobar la Constitución transgrede la idea de una Asamblea Constituyente. Ha habido Asambleas Constituyentes que también han decidido por mayorías calificadas. Entonces, creo que a veces se confunde el debate político con el debate institucional, y se hacen exigencias que no son realizables. Que hay formas de hacerlas viables, pero dentro de los procedimientos acordados”, afirmó.