Con más de 25 años formando a las futuras generaciones de psicólogos en nuestra Escuela, la académica fue nombrada como profesora titular de nuestra Universidad, tras decisión unánime del Consejo Superior. Un reconocimiento al esfuerzo, entrega y pasión por desarrollar, a través de su trabajo, espacios que realmente acojan las diferencias de los estudiantes.
Un cambio importante es el que se ha generado en los últimos años en nuestro sistema educativo, el cual muestra una mayor disposición a integrar a estudiantes con dificultades al sistema escolar. Un modelo que si bien es “integrador”, pero que deja de lado una propuesta más “inclusiva” y pierde de vista que una mayor diversidad en un grupo genera aún más oportunidades de aprendizajes.
Un escenario que la doctora en psicología educacional, y académica de nuestra Escuela, María Rosa Lissi, ha abordado a través de su trabajo, el que ha estado principalmente orientado a los procesos involucrados en la adquisición de la lectura y la escritura, tanto en niños que asisten a establecimientos de educación regular, como en niños con discapacidad auditiva.
“En un modelo ‘integrador’ ocurren situaciones como las que vemos hoy en las escuelas, donde se habla de los “niños de integración” al referirse a quienes presentan necesidades educativas especiales. Esto genera una separación de aquellos considerados “niños normales” que atenta contra el propio proceso de inclusión. En una escuela inclusiva no debiera haber este tipo de distinciones”, afirma la experta, que recientemente fue nombrada como profesora titular de nuestra Universidad, por decisión unánime del Consejo Superior.
¿Cómo recibe esta noticia?
Con mucha alegría, porque lo siento como un reconocimiento de la Universidad a la trayectoria de un trabajo que he venido realizando durante varios años.
No sólo es egresada de esta Escuela, también gran parte de su carrera profesional la ha desarrollado aquí. ¿Qué significa para usted la Epuc?
Bueno, a estas alturas es casi como mi casa. Aquí estudié psicología. Y si bien estuve viviendo algunos años fuera de Chile, cuando volví regresé a trabajar como docente. Esta Escuela es como mi casa, donde me he desarrollado profesional y académicamente; y donde he profundizado mis intereses en investigación.
¿Cuál es el rol que han jugado sus alumnos en su profesión?
Son una pieza clave en nuestro trabajo. Para mí los estudiantes siempre son una fuente de inspiración, de nuevas preguntas, motivación y nueva energía para seguir estudiando y desarrollando investigación en los ámbitos que a mí me interesan. Sus preguntas muchas veces vienen a alimentar las líneas de investigación que estamos trabajando, y nos permiten abrir nuevas puertas. Uno se nutre mucho de los estudiantes, de la energía que ellos traen y de las preguntas que ellos tienen. De sus ganas de saber, de seguir perfeccionándose y de buscar formas de aportar a la sociedad.
Nosotros acá hacemos un trabajo de investigación que es bastante aplicado. Yo trabajo en investigación en educación, así que mucho de lo que hacemos tiene repercusiones, en la práctica, en lo que pasa en las escuelas. En mi caso, trabajo en temas que tienen que ver con la educación especial, con la educación de sordos.
Y si bien la investigación en la educación de las personas sordas es un tema de trabajo muy acotado, ha sido como un gusto para mí que personas que han pasado por la Escuela, que han entrado a estudiar psicología, y que a lo mejor no se interesaban, o que no conocían de ese tema, hayan terminado interesándose a través de nuestro trabajo y hayan seguido desarrollando esta línea. Que se hayan ido a estudiar afuera y que hayan vuelto para seguir aportando. Eso es realmente gratificante.
¿Cuáles cree que son los principales desafíos que existen a nivel de nuestro sistema educativo a la hora de pensar en integración?
Bueno, creo que estamos recién empezando en ese ámbito. Existen muchísimos desafíos que principalmente pasan por formar nuestras creencias respecto a las personas que tienen alguna discapacidad, o personas que puedan ser diferentes a nosotros en cualquier otro aspecto. Las creencias de los profesores, de los padres o de los mismos alumnos, son muy importantes a la hora de hablar de inclusión. Porque la inclusión es un concepto sumamente amplio y va mucho más allá de que las personas estudien en un mismo lugar.
En el ámbito que yo trabajo, que tiene que ver con la educación especial, con la educación de los niños y de jóvenes sordos, muchas veces se confunde y se piensa que inclusión es que todos los niños vayan a la misma escuela. Y en el caso de los niños sordos eso se transforma en una exclusión más que en una inclusión, porque los niños están en establecimientos de educación regular donde los profesores no conocen la lengua de seña, que para muchos es la principal vía de comunicación. En ese caso, cuando no se cuentan con los apoyos que se requieren para que él niño esté en condiciones de equidad y pueda participar del proceso de aprendizaje de igual manera que cualquier otro alumno, está más incluido en una escuela de niños sordos que en una escuela regular.
Y ya con esta larga y destacada trayectoria, ¿cuáles serían sus próximos desafíos? ¿Qué es lo que le gustaría hacer a futuro en términos profesionales?
Me gustaría fortalecer la línea de trabajo que estoy desarrollando, lo relacionado con la investigación con personas sordas, en términos de fortalecer el equipo de gente con la que ya estoy empezando a trabajar. Ya están regresando algunos egresados que estudiaron acá, que se formaron conmigo, y que fueron a estudiar afuera. Entonces tengo ganas de desarrollar una investigación más amplia en temas que tienen que ver con la inclusión de las personas sordas; profundizando en aspectos como el rol que tiene el lenguaje de señas, tanto en la enseñanza media como en la educación superior.
Hay un par de personas, con las que estoy trabajando, que están bien interesadas, y pienso que es momento de que empecemos a pensar en formas para que lo que hagamos tenga incluso más repercusión que lo que tiene, en lo que pasa afuera. En las escuelas, y en otras instituciones, incluso de educación superior, en las que hoy se están formando personas sordas. Hay mucho camino por recorrer, y necesitan aprender mucho para poder hacer un buen trabajo y generar buenas oportunidades para estos alumnos. Por eso me gustaría seguir en esta misma línea, pero profundizando y pensando que nuestro trabajo pueda tener aún más aplicaciones respecto a lo que pasa afuera de la universidad.