La iniciativa, que busca desarrollar un modelo basado en la relación, con un acompañamiento supervisado y reflexivo que incorpora el uso de herramientas tecnológicas para potenciar la calidad de las visitas domiciliarias, contó con un curso de capacitación del que se hizo cargo Fabiola Cortez Monroy, profesora de Trabajo Social de nuestra Universidad.

“ViDA: Modelo de Visita Domiciliaria Avanzada, apoyado por tecnología, para el fortalecimiento de intervenciones biopsicosociales con gestantes y cuidadores primarios de niños/as de 0- 6 años, en el Sistema de Atención Primaria en Salud”, sigue dando importantes pasos. El programa dirigido por la profesora de nuestra Escuela, Marcela Aracena, que el 2016 se adjudicó el III concurso IDeA en Dos Etapas FONDEF CONICYT, realizó la primera etapa del proceso de formación.

Se trata de un curso de capacitación, reconocido por el Ministerio de Salud, para trabajadoras sociales del cual se hizo cargo la académica de la Escuela de Trabajo Social, Fabiola Cortez-Monroy. “Es un curso que está centrado en fortalecer los pilares que tiene el modelo de Visita Domiciliaria ViDa”, explica la profesora Marcela Aracena.

¿Qué es ViDA?

ViDA tiene tres ideas bases, y la primera tiene que ver con la importancia de la relación que se establece entre el agente visitador y el cuidador o la cuidadora; entendiendo que es fundamental que se dé una relación afectiva que facilite los procesos de aprendizaje y cambio. “Eso se ha ido perdiendo y nosotros queremos recuperarlo a través de este modelo. Uno va donde un profesional a que le solucionen un problema específico, y se da poco énfasis en lo relacional. Nosotros queremos volver a instalar la importancia que tiene lo relacional para que las cosas fluyan. Eso significa que nosotros postulamos que las relaciones hacen la diferencia”, dice la psicóloga de nuestra Escuela. 

Aspecto que también es destacado por Fabiola Cortez-Monroy, quien destaca el trabajo sistemático que debe existir para crear esta relación. “No pueden ser esas visitas domiciliarias que a veces se hacen una sola vez a las familias. Tienen que existir una sistematicidad en el tiempo. Al menos seis u ocho visitas domiciliarias si se quiere lograr el cambio que se propone en la intervención”. Por ello, en pos de fortalecer esta herramienta, el segundo pilar del programa tiene que ver con lo que han denominado supervisión reflexiva. “Implica no dejar solo al profesional. Hoy las universidades chilenas sacan al mercado gran cantidad de profesionales, asumiendo que saben todo y que ya están listos. Nuestra propuesta es que sí, pero que están listos parcialmente. Requieren acompañamiento para hacer acompañamiento”, dice Marcela Aracena.

De esta manera, la iniciativa liderada por la profesora Marcela Aracena, permite que los profesionales también tengan la posibilidad de reflexionar con un tercero que, en este caso, es otro profesional. Todo con el fin de vislumbrar distintas perspectivas respecto a la misma intervención.

Finalmente, la tecnología tambien tiene mucho que aportar. Inmerso en el contexto de un programa que capta todo lo que hay en el país respecto a infancia y cuidadores, como es Chile Crece Contigo, a través de una Tablet da una propuesta jerarquizada, de acuerdo a cada caso particular, sobre la intervención. Ordena de una manera más amigable la información. Un estilo como Netflix, pero asociado a ese cuidador, entregándole la información y todo el material educativo que requiere, como videos, fichas educativas, etc… "No es que hayamos inventado la rueda, pero hemos organizado lo que existe para que sea más amigable para ese usuario”, dice la profesora Marcela Aracena.

Además, señala que aparte de lo netamente educativo, la tecnología les entrega la posibilidad de monitorear los casos. “A la larga, uno de los problemas que tiene la visita domiciliaria en Chile es que no se sabe qué pasa en casa. Sin embargo, esta propuesta permite registrar lo que está sucediendo en cada casa e informar la necesidad de intervenir, de forma inmediata, de ser necesario. Si hay una mamá, por ejemplo, que tenga una característica depresiva, o un cuidador que requiera algún tipo de intervención más específica, podemos informar rápidamente al sistema a través de esta Tablet. Entonces lo que ofrece es conectar territorio con un centro de salud”.

Distintas estrategias dialogando

Si bien los tres pilares que conforman ViDa están presentes, de acuerdo a Marcela Aracena han convivido de forma paralela. “Hoy en día, digamos, se habla de supervisión reflexiva, se habla de la importancia de las relaciones que se tiene que establecer entre médico paciente, y de la tecnología, pero estos tres elementos no combinan. Entonces el valor agregado es que estos tres ejes trabajen en conjunto”.

Para la experta, en Chile hay muchos sistemas operando en forma paralela y no conversan; y este proyecto ha dejado en evidencia esa falta de diálogo. “Cada uno de los ejes tiene diferentes desafíos, pero el más complejo y el más interesante tiene que ver con generar esa interconectividad. ¿Por qué? Porque si bien es cierto que la propuesta tecnológica ofrece una solución, esto no pasa por un proyecto Fondef, pasa por el procedimiento que tiene el Estado chileno para comunicar a sus distintas bases. Cómo se comunican y cómo hacen un lenguaje común. Entonces, este proyecto permite dar cuenta de la necesidad de trabajar interconectadamente y del potencial de un trabajo de este tipo”. Además, a nivel de recursos humanos, instalar el tema del acompañamiento sostenido por largo tiempo, donde se pueda reflexionar, es más caro. “Ahora, el desafío es demostrar que eso más caro es más eficiente. Nosotros estamos tratando de demostrar que es mucho más productivo relacionarse primero. Una relación efectiva y que el resto viene de la mano”.